La
literalidad de la Biblia: una más del discurso camaleónico
¿Cuántas veces hemos recibido como
respuesta a las críticas de la Biblia el famoso argumento de que “la Biblia no
puede ser tomada literalmente”? Uno escucha eso y se pregunta: ¿Entonces para
qué se tomaron la molestia de poner tantos datos inexactos y detalles confusos?
Como muchos otros argumentos de creyentes, deja mucho que desear, trata de
defender lo indefendible, aquello que pudo ser creíble, pero a la luz de nueva
evidencia, se vuelve una historia bastante inverosímil.
Digo inverosímil porque decir falso es
asegurar de que no haya ninguna posibilidad de que sea verdadera. Cosa que no
se puede, así como no se puede afirmar la inexistencia de dios. Sí, no se
puede, y lo han escuchado de un ateo, porque la inexistencia no puede
comprobarse. Pero eso es otro tema.

Ya muchos conocen los casos de los heliocentristas,
Giordano Bruno, Galileo Galilei, asesinados por oposición a las ideas de la
Iglesia. Asesinados solo por pensar distinto, y que hoy sabemos tenían la razón,
que la tierra gira alrededor del sol y no viceversa, como creía la Iglesia.
Pero no solo creía, esa era la verdad y punto, y así tal cual lo enseñaba urbi
et orbi. ¿Y en qué se basaban para sostener esta idea? Precisamente en el texto
del Génesis. O sea sí. Sí había literalidad. De otra manera el conflicto no
hubiera tenido razón de ser, simplemente no hubiera surgido.
Probablemente hubieran utilizado
argumentos como: “si el sol no gira alrededor del la tierra, entonces,
explícame como hizo dios para detenerlo y permitir así que los israelitas
ganasen la batalla antes del ocaso.” Y hubiera quizás agregado algo como: “Ya.
Te agarré la mentira. Ves. Haber explícanos.” A lo que Bruno, como buen
sacerdote que era, hubiera respondido: “Señor, perdónalos porque no saben lo
que dicen.”
Bueno, solo estamos suponiendo.
Pero la ciencia avanzó y le llegó el
momento de enfrentar lo que decía la Biblia con lo que decían los hechos. Y ya,
hasta ahí llego el asunto, era una derrota grave, porque simbolizó varios
inconvenientes: uno, mataron gente inocente que defendía la verdad; dos, la
Iglesia también se equivoca; y tres, y esta es la que nos interesa, la Biblia
no puede ser tomada literalmente. Entre otras cosas que se me pueden haber
pasado al momento de enumerar.
Pero que la Biblia no pueda ser tomada
literalmente no se deduce de lo ocurrido. Hay más posibilidades, como que la
Biblia sea un engaño, una invención humana, o peor, una invención humana con el
fin de adoctrinar personas. Pero supieron elegir el menor de los males, el de
la no literalidad. Y viéndolo bien, no pierden nada. La Biblia sigue siendo
sagrada para los creyentes y en la práctica la autoridad de la Iglesia sigue
vigente. En sus creyentes por supuesto. En mí no tanto como verán.
Ha tenido que pasar un tiempo, mientras
esperábamos que los derechos humanos se vayan fortaleciendo y las parrillas
inquisitorias vayan pasando de moda, para que este inmenso aporte tome algún
sentido. Ahora si podemos juzgar a la Iglesia sin auto sentenciarnos a muerte. Ahora sí podemos decir lo que desde antes nos dimos cuenta y es que la Iglesia
se acomodó a la situación difícil en la que estaba. Se acomodó, acomodó sus
creencias para que no choquen con lo indiscutible: los hechos, la evidencia. Y
así nació esto de la no literalidad de la Biblia.
Ahora históricamente tiene sus
antecedentes. Sepamos que este dios judeocristiano es todo un comodín. Al leer
los pasajes del Antiguo Testamento, podemos ver a un dios irascible,
castigador, violento, guerrero y hasta machista. Ha oído bien. Sino recordemos
Sodoma y Gomorra, el primer holocausto homofóbico, cuyo autor es nada más y
nada menos que el dios que luego dictaría el famoso “No matarás”. Ah, nos faltó
incoherente. Eso es un pasaje, pero yo en verdad los invito a que lean los
demás, para que vean como se expresa de las mujeres, de los esclavos, como se
ofende por cada nimiedad y derrama un mar de sangre en consecuencia, como
incita a la guerra y reclama su parte del botín.
Pero eso no lo hace malo. Malo no, como ya
se dijo, lo que es, es un comodín. Y es que así era la cultura de la época:
violenta, machista, belicista, en una palabra, cavernícola. A dios no le había
quedado más remedio que amoldarse a ella, o mejor dicho a la religión, que
muchas veces se confunden estas dos palabras sacando la segunda beneficios de
mimetizarse con la primera. Y así es, se trata de eso, de ofrecer un producto
que encaje con la cultura del momento y cuando el momento, por propia
naturaleza del momento, esté ya por acabar, muy disimuladamente, adaptarse a la nueva situación y continuar
con lo mismo.
Me gustó tu reflexión !!!
ResponderEliminarSaludos desde México
{Héctor} de SOY ATEO Y QUE
Estás en un error. La Biblia no afirma que el sol gira alrededor la tierra. La teoría geocéntrica no viene de la Biblia, sino de la mayor autoridad científica de la época, que era Aristóteles. De hecho, la primera formulación moderna de la teoría heliocéntrica se debió a un clérico católico, Nicolás Copérnico.
ResponderEliminarLa disputa entre la Iglesia católica y Galileo se centró el estatus de la teoría heliocéntrica. Galileo enseñaba esa teoría como verdad, pero no había conseguido demostrarla. Había conseguido demostrar que el geocentrismo tradicional no se sostenía. Es por eso que la Iglesia cambió en aquel momento de visión del mundo, aceptando al geocentrismo maitzado de Tycho Brahe. Pero a Galileo le faltaba la prueba definitiva para demostrar que la tierra giraba alrededor del sol. La prueba que le faltaba era la de demostrar que la tierra giraba alrededor de su propio eje, cosa que Galileo no pudo demostrar. La disputa entre la Iglesia y Galileo se centraba en cómo podía Galileo enseñar la teoría heliocéntrica: si como verdad (como quería Galileo) o si como hipótesis (como defendía la Iglesia). En ese punto la Iglesia tenía razón en aquella época. La rotación de la tierra sobre su propio eje no se demostró hasta después de la muerte de Galileo. Fue entonces cuando la Iglesia aceptó la teoría heliocéntrica.
La interpretación literal, palabra por palabra, de la Biblia es muy reciente y la inventaron los protestantes.