lunes, 8 de agosto de 2011

Objetivo: Santidad

A finales del pasado, 31 de Julio de 2011, hubo una noticia de un joven seminarista ahogado en una playa peruana. Digo "hubo" y no "salió" porque se quedó ahí media oculta tras primeras planas y escándalos mayores.

El grupo a donde pertenecía no quiso dar cara ni versiones en el asunto. Se desligo totalmente con una indiferencia que ellos mismos condenan. Sí, yo puedo afirmarlo ya que he sido bastante cercana a ellos, he estado dentro de sus líneas de defensa, porque eso son: un ejército. El ejército del Sodalitium Christiane Vitaem fundado por Luis Fernando Figari.

El objetivo para cada uno de estos soldados: la santidad. El discurso que usan es capaz de remover los peores temores o los más profundos deseos de una persona. Es así como atraen a tantos y es así como los mantienen dentro de sus líneas hasta la muerte y después de ella.

La primera idea que trabajan es el concepto de santidad. Santo es todo aquel que va al cielo ¿Entonces mis abuelos no están en el cielo? Hay una pequeña diferencia, algunos son reconocidos por la Iglesia y otros no. Luego, por lógica quién no llega a ser santo no va al cielo y se va al... ¿Infierno? Puede ser aunque también está el purgatorio, pero ése es un lugar horrible también. Nadie quiere irse al infierno ni al purgatorio. Entonces, más vale ser santos. 

Y ya está este pequeño discursito es el que juega el papel principal, para que millones juren fidelidad a su ejército. ¿Cómo funciona? A través de la obediencia y la jerarquía. Los superiores, que a la vez pueden tener otros superiores, son los que imparten que se debe hacer, que se debe decir y hasta que se debe pensar. Que no impacte porque esto último es para ellos algo natural y las ideas distintas a las del grupo deben ser rechazadas, consideradas inválidas y hasta ridículas. Sólo hay una forma de pensar correcta y ésa es la suya.

Así es cómo poco a poco van conviertiendo a personas en adeptos y a adeptos en autómatas. Por poner un ejemplo,algunos ex integrantes nos cuentan que los obligan a entrar al mar en la noche, cuando nadie en realidad quisiera entrar, pero para ellos la verdad es clara: es el miedo y el mal dentro de ellos que tienen que vencer. No me sorprendería que las olas inmensas y, para la gente cuerda, peligrosas hayan sido otro de los temores que estos jóvenes hayan tenido que enfrentar arriesgando la vida por ser santos y, de manera literal en el caso de Joao, perdiéndola.




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