domingo, 1 de abril de 2012

¿Literalidad de la Biblia?


La literalidad de la Biblia: una más del discurso camaleónico

¿Cuántas veces hemos recibido como respuesta a las críticas de la Biblia el famoso argumento de que “la Biblia no puede ser tomada literalmente”? Uno escucha eso y se pregunta: ¿Entonces para qué se tomaron la molestia de poner tantos datos inexactos y detalles confusos? Como muchos otros argumentos de creyentes, deja mucho que desear, trata de defender lo indefendible, aquello que pudo ser creíble, pero a la luz de nueva evidencia, se vuelve una historia bastante inverosímil.

Digo inverosímil porque decir falso es asegurar de que no haya ninguna posibilidad de que sea verdadera. Cosa que no se puede, así como no se puede afirmar la inexistencia de dios. Sí, no se puede, y lo han escuchado de un ateo, porque la inexistencia no puede comprobarse. Pero eso es otro tema.

Esto de la literalidad de la Biblia o mejor dicho la no literalidad de la Biblia, ¿desde cuándo habrá comenzado?. Desde siempre, dirán sus defensores, de otra forma estarían admitiendo que acomodan sus creencias a la situación. Pero no. No es desde siempre. He aquí la prueba.

Ya muchos conocen los casos de los heliocentristas, Giordano Bruno, Galileo Galilei, asesinados por oposición a las ideas de la Iglesia. Asesinados solo por pensar distinto, y que hoy sabemos tenían la razón, que la tierra gira alrededor del sol y no viceversa, como creía la Iglesia. Pero no solo creía, esa era la verdad y punto, y así tal cual lo enseñaba urbi et orbi. ¿Y en qué se basaban para sostener esta idea? Precisamente en el texto del Génesis. O sea sí. Sí había literalidad. De otra manera el conflicto no hubiera tenido razón de ser, simplemente no hubiera surgido.

Probablemente hubieran utilizado argumentos como: “si el sol no gira alrededor del la tierra, entonces, explícame como hizo dios para detenerlo y permitir así que los israelitas ganasen la batalla antes del ocaso.” Y hubiera quizás agregado algo como: “Ya. Te agarré la mentira. Ves. Haber explícanos.” A lo que Bruno, como buen sacerdote que era, hubiera respondido: “Señor, perdónalos porque no saben lo que dicen.” 

Bueno, solo estamos suponiendo.

Pero la ciencia avanzó y le llegó el momento de enfrentar lo que decía la Biblia con lo que decían los hechos. Y ya, hasta ahí llego el asunto, era una derrota grave, porque simbolizó varios inconvenientes: uno, mataron gente inocente que defendía la verdad; dos, la Iglesia también se equivoca; y tres, y esta es la que nos interesa, la Biblia no puede ser tomada literalmente. Entre otras cosas que se me pueden haber pasado al momento de enumerar.

Pero que la Biblia no pueda ser tomada literalmente no se deduce de lo ocurrido. Hay más posibilidades, como que la Biblia sea un engaño, una invención humana, o peor, una invención humana con el fin de adoctrinar personas. Pero supieron elegir el menor de los males, el de la no literalidad. Y viéndolo bien, no pierden nada. La Biblia sigue siendo sagrada para los creyentes y en la práctica la autoridad de la Iglesia sigue vigente. En sus creyentes por supuesto. En mí no tanto como verán.

Ha tenido que pasar un tiempo, mientras esperábamos que los derechos humanos se vayan fortaleciendo y las parrillas inquisitorias vayan pasando de moda, para que este inmenso aporte tome algún sentido. Ahora si podemos juzgar a la Iglesia sin auto sentenciarnos a muerte. Ahora sí podemos decir lo que desde antes nos dimos cuenta y es que la Iglesia se acomodó a la situación difícil en la que estaba. Se acomodó, acomodó sus creencias para que no choquen con lo indiscutible: los hechos, la evidencia. Y así nació esto de la no literalidad de la Biblia.

Ahora históricamente tiene sus antecedentes. Sepamos que este dios judeocristiano es todo un comodín. Al leer los pasajes del Antiguo Testamento, podemos ver a un dios irascible, castigador, violento, guerrero y hasta machista. Ha oído bien. Sino recordemos Sodoma y Gomorra, el primer holocausto homofóbico, cuyo autor es nada más y nada menos que el dios que luego dictaría el famoso “No matarás”. Ah, nos faltó incoherente. Eso es un pasaje, pero yo en verdad los invito a que lean los demás, para que vean como se expresa de las mujeres, de los esclavos, como se ofende por cada nimiedad y derrama un mar de sangre en consecuencia, como incita a la guerra y reclama su parte del botín.

Pero eso no lo hace malo. Malo no, como ya se dijo, lo que es, es un comodín. Y es que así era la cultura de la época: violenta, machista, belicista, en una palabra, cavernícola. A dios no le había quedado más remedio que amoldarse a ella, o mejor dicho a la religión, que muchas veces se confunden estas dos palabras sacando la segunda beneficios de mimetizarse con la primera. Y así es, se trata de eso, de ofrecer un producto que encaje con la cultura del momento y cuando el momento, por propia naturaleza del momento, esté ya por acabar, muy disimuladamente,  adaptarse a la nueva situación y continuar con lo mismo.

2 comentarios:

  1. Me gustó tu reflexión !!!
    Saludos desde México
    {Héctor} de SOY ATEO Y QUE

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  2. Estás en un error. La Biblia no afirma que el sol gira alrededor la tierra. La teoría geocéntrica no viene de la Biblia, sino de la mayor autoridad científica de la época, que era Aristóteles. De hecho, la primera formulación moderna de la teoría heliocéntrica se debió a un clérico católico, Nicolás Copérnico.

    La disputa entre la Iglesia católica y Galileo se centró el estatus de la teoría heliocéntrica. Galileo enseñaba esa teoría como verdad, pero no había conseguido demostrarla. Había conseguido demostrar que el geocentrismo tradicional no se sostenía. Es por eso que la Iglesia cambió en aquel momento de visión del mundo, aceptando al geocentrismo maitzado de Tycho Brahe. Pero a Galileo le faltaba la prueba definitiva para demostrar que la tierra giraba alrededor del sol. La prueba que le faltaba era la de demostrar que la tierra giraba alrededor de su propio eje, cosa que Galileo no pudo demostrar. La disputa entre la Iglesia y Galileo se centraba en cómo podía Galileo enseñar la teoría heliocéntrica: si como verdad (como quería Galileo) o si como hipótesis (como defendía la Iglesia). En ese punto la Iglesia tenía razón en aquella época. La rotación de la tierra sobre su propio eje no se demostró hasta después de la muerte de Galileo. Fue entonces cuando la Iglesia aceptó la teoría heliocéntrica.

    La interpretación literal, palabra por palabra, de la Biblia es muy reciente y la inventaron los protestantes.

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