viernes, 14 de diciembre de 2012

M(il)ag(r)os: Explicando lo Inexplicable

A veces el debate sobre la existencia de dios termina en un callejón sin salida: los milagros. Y es que algunos (no pocos diría yo) son invenciones de historiadores o simples testigos parcializados o presionados por las circunstancias. Otros, sin embargo, pueden ser vistos por todo aquel que dude de su veracidad. Es el caso de la hostia de Lanciano o los cuerpos incorruptos. Y al parecer nadie ha salido con una explicación que desmienta estas "pruebas del amor de Dios".

Tampoco trataremos aquí de buscar la explicación científica del asunto. Entonces, ¿cómo debemos entenderlos? ¿Nos rendimos ante la fe?

La respuesta es no. ¿Por qué? Porque antes no conocíamos muchas cosas, no podíamos explicar los fenómenos de la naturaleza o muchas otras cosas que nos parecían "milagrosas". Y no por eso podemos decir que antes dios existía más. Aún hoy quedan muchas preguntas por responder, preguntas que al ser resueltas abrirán quizás nuevas preguntas, pero es justamente esa la actitud que corresponde al sincero deseo de conocer: seguir preguntándose. Y no recurrir a una respuesta dogmática y pretender saber que es lo que hay detrás de los misterios del universo.

A este dios se le conoce como el "dios de la brechas". Con el tiempo y el conocimiento creciente, las brechas se han ido cerrando y el dios que habitaba en ellas se fue "achicando". Pero a un queda un poco de él atrincherado en sus últimos espacios y estos espacios, lo sabemos, son sus milagros.

¿Son realmente inexplicables? Pongamos como ejemplo al show del mago enmascarado que revela sus trucos. Algunas veces quien ve el programa piensa: "Oh, ya sé cómo lo hizo". Y efectivamente al revelar su secreto es así. Otras veces nuestra suposición es errónea, pero el truco simplemente era diferente. Un truco, al fin. Pero otras veces, por mucho que le demos vueltas no conseguimos imaginarnos cómo hizo lo que nos parece algo que desafía las reglas de la realidad. No hay problema, el mago lo revelará en unos minutos. ¿Y si no lo hiciera? ¿Asistiríamos todos los domingos al espectáculo del mago reconociéndole alguna especie de poderes sobrenaturales?

De lo que sí hay evidencia de sobra es de los claros intereses políticos que persigue la Iglesia y que a lo largo de la historia se ha servido de los más inescrupulosos métodos para conseguirlos. Entre ellos jugar con la credulidad de la gente.

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