martes, 15 de noviembre de 2011

La contingencia de la fe

La fe es, duela a quien le duela, algo contingente. Nadie puede afirmar con certeza su verdad o falsedad. Por eso mismo se dice que es una cuestión de fe. El que cree, cree y el que no, no. Nadie está mal o bien, la verdad se sabrá cuando las pruebas demuestren lo inevitable. Lo que sí es una actitud irresponsable es el creer sin fundamentos, como dirían, a ciegas y, pero aún, aquellos que se aprovechan de quienes buscan una respuesta sincera a sus interrogantes mas profundas.

Sí la fe es una contingencia, uno no puede estar 100% seguro de lo que cree. Puede estar muy convencido y creer de todo corazón, pero la realidad de la fe no deja de ser contingente. Muchas personas son incapaces de reconocer esto, ya que para ellos creer es la posición correcta y no pueden ver las cosas como realmente son.

Como ya había explicado antes, mucha gente adopta sus creencias religiosas habiendo sido inculcadas por su familia o entorno social. Se van enseñando estas ideas, asi como las matemáticas u otras ciencias construidas en base a la razón. Se le va explicando al niño como es el mundo en base de creencias contingentes. Si partimos de contingencias, ¿que tipo de respuestas podemos esperar? Gran parte del debate de la fe resulta muy tedioso debido a que los creyentes defienden su posición con argumentos que se basan en la misma fe. Cuando la razón está alterada poco se puede esperar.

Pero lo que es más grave es que estas creencias se sigan enseñando y no solo en las familias y en las iglesias, sino en los mismos colegios. Dar a un niño a tan temprana edad una información así y hacer que se la aprenda y la crea es algo moralmente inaceptable. Se debería primero dar un aparato crítico para poder juzgar y decidir con plena libertad y conciencia si creer o no, pero eso más parece un truco deshonesto para ganar creyentes.
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