sábado, 4 de mayo de 2013

Respuesta a San Anselmo (Argumento Ontológico)



Lo leí y no me resistí a destriparlo y  examinar sus (¿falaces?) entrañas...

Todo consiste en desmantelar el lenguaje. El texto se divide en 3 partes. También nuestra crítica:

1.- Comencemos por preguntarnos (en un plan muy ignóstico): ¿Qué es Dios, es decir, cuál es la definición de la palabra? Si "Dios" es únicamente "aliquid quo nihil majus cogitari possit", entonces no habría razón para dudar de su existencia, puesto que el ser humano piensa y basta que piense en algo para que ese algo encaje en la definición de Dios. Al pensar en más cosas y en nuevas cosas cada vez, Dios (tal y como se define) pasaría a ser la más gradiosa de las cosas pensadas. O sea, un comodín. Pero no. Porque en ese mismo análisis lingüístico debemos tomar en cuenta que el contenido semántico de las palabras cambia. Esa definición de Dios no es la que funciona hoy. Nadie atribuye tal significado cuando oye la palabra Dios. Lo más común es que la palabra Dios adquiera un significado con nombre propio, el del Ser Supremo venerado por la cultura de ese contexto. O un Ser Supremo sin nombre ni apellido en los casos más admirables. Recordemos también que no existe una correcta definición de Dios. Quizás sí una oficial (de acuerdo con la convencionalidad del lenguaje), pero esta, de seguro, no sería la más convencional.

Esto a nivel de discurso es muy conveniente. Cuando un filósofo defiende la existencia de "Dios", el creyente suscribe entusiasta agitando su crucifijo. La confusión de sentidos es un arma potente de religiosos expansionistas sin escrúpulos (que no son todos, pero algunos) en tanto que ganan una defensa gratuita de las creencias que desean expandir. Dudo que la definición "oficial" (o las diferentes versiones vigentes) se reduzcan únicamente a lo que menciona San Anselmo. Incluso el mismo San Anselmo podría estar obviando otros datos de la definición de Dios que estorbarían en su argumento ontológico. Esos que le impiden ser un comodín.

Siendo así, el argumento ontológico pierde toda su flexibilidad con la que consigue mostrarnos la existencia de Dios como una opción amplia y abierta. No lo es. Es una puerta grande para un rincón estrecho. El concepto de Dios es más bien rígido y intolerante al más tímido relativismo para como lo entienden quienes defienden a ultranza estas creencias.

Con esto hemos sacudido bastante solo en el primer punto. 

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