miércoles, 18 de abril de 2012

Hitler, Einstein... fueron o no

Dos personajes que uno no sabe como cada vez ganan mayor presencia en los debates teológicos. Ambas partes rechazan al dictador y ambas luchan por incluir al científico en sus líneas y discuten apasionadamente como si dos hombres hicieran alguna diferencia en todo el asunto.


Si investigan oíran al discurso ateo decir que Hitler se declara creyente (del dios judeocristiano) en su libro "Mein Kampf". Está escrito tal cual, claro y directo. Por otro lado los creyentes arremeten con que Hitler era seguidor del pensamiento Nietzsche (ateo confirmado y reconocido), entre otras cosas. Ante estas dos versiones, los creyentes, como se imaginarán, niegan la versión que no les conviene o simplemente dicen que él se proclamaba creyente para disimular, para ganar adeptos (los más osados dirán "para manchar el nombre de su Sagrada Iglesia").


Debo decir que mi postura frente a la historia y los datos que brindan es bastante escéptica. Como en todo. Las partes siempre suelen sesgarse, recoger lo que les conviene. No pongo las manos al fuego por mis compañeros ateos, aunque les aseguro que muchos sí estamos dispuestos a sacar a la luz la verdad, la que nos convenga y la que no.

En cuanto a Einstein, los creyentes subrayan las citas en que reconoce un orden en el universo que no puede ser producto de la casualidad. Pero de ahí a la idea de un dios, y, más aún, uno como el judeocristiano, hay mucho trecho que recorrer. Bueno, es algo. Sin embargo, Einstein si rechaza explícitamente la idea de un dios, que el no es creyente, pero que también pide que "por favor, no lo citen para afirmar su ateísmo".

Debo añadir que personalmente encuentro bastantes similitudes entre Hitler y el dios judeocristiano, siendo el más sanguinario el último de ellos. Una vez más les recuerdo Sodoma y Gomorra y la matanza de su propio pueblo (el judío, que casualidad) por adorar un toro. Yahve pudo fácilmente haber sido una inspiración esencial para lo que luego Hitler vino a concretar con su famoso Holocausto.

Pero veo que por muy ateo que pudo haber sido Hitler o muy creyente que pudo ser Einstein, no cambia en nada las cuestiones a debatir. Las personas no son lo que mide la veracidad de las creencias (o no creencias) sino ellas en sí.

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