martes, 24 de abril de 2012

Verdad y Dogma

Una vez, cuando era niña, estaba sentada en la computadora frustrada porque esta se había trabado (estaba lag). Entonces uno de mis primos, mayor que yo, me dijo que si hacía cuadros con el mouse en el Escritorio, la computadora trabajaría mejor. Yo me puse a hacer los benditos cuadros y eventualmente la computadora volvió a su velocidad normal, aunque no me creí lo que me dijo mi primo. 

Sin embargo hace unos días me descubrí a mí misma haciendo esa misma tontería. La computadora se había lagueado y yo por instinto me puse a hacer los cuadros. Aquella conducta irracional de hacer cuadros ya se había instalado en mi inconciente.

A lo que voy con esta historia, quizás algunos ya lo hayan ido pensando, es que de similar forma ocurre con la religión. Muchos han tomado una posición escéptica ante a la religión, como lo hice yo con los cuadros, pero la costumbre nos ha llevado a ir aceptando la fe casi sin darnos cuenta.

Analicemos paso por paso... :

1.-Frustración ante lo trabado. En nuestra vida hay muchas preguntas a las que no tenemos solución. Hay una inquietud sincera en el ser humano y la vida es una búsqueda constante de esas respuestas, aunque no las hayemos.

2.-Los cuadros del "primo". La religión nos ofrece respuestas (que no son otra cosa que interpretaciones humanas, sugerencias, propuestas de otras personas) y prentende dar solución al problema. Nos trae "paz interior" para nuestras inquietudes. Y eso nos gusta. Se siente bonito. Nos hace sentir menos desesperados. Pero el propósito de la vida es el aventuraranos a buscar nuestras propias respuestas. Es como un niño que te pide que le ayudes a pasar su videojuego y no se da cuenta que finalmente fue otro quien lo jugó por él.

3.-¡Los cuadros dan resultado! ¿No han oído a un creyente afirmar que algo bueno le ha pasado gracias a Dios? Todo el tiempo. Y es que, al igual que con los cuadros, nadie puede decir que no fue él. ¿Y si no diera resultado? Ya saben, las cosas pasan por algo... Dios sabe porque hace las cosas. Como dijo Saramago: "Así son, para quien no lo sepa o pretenda ignorarlo, las cuentas dobles del Señor: si en una gana, en la otra no hay pierde." 

4.-La fuerza de la costumbre. La situación se presentará nuevamente y optaremos por los "cuadros", una y otra vez, ¿por qué no hacerlo? Lo esencial en todo este proceso es que la persona no cuestione la idea de que "los cuadros son buenos, que son realmente efectivos", que no intente comprobarlo, que creer sin pruebas sea una virtud. Es así como la idea va echando raíces en la mente de las personas y se vuelve incuestionable. Un dogma.

Ahí está el peligro. El pensamiento se vuelve dogmático, es decir, el creyente toma como verdadero aquello que es incierto y más aún le atribuye el ser incuestionable. Cabe decir que muchas de las "verdades" que defiende un creyente, no son solo inciertas, sino sumamente improbables, por no decir absurdas y sin ánimos de ser ofensivos. Historias como la del arca de Noe, son ampliamente descartadas por sus numerosas irracionalidades. Al menos no dejan de ser una reliquia de la literatura hebrea.

Este esquema mental que se instala en la cabeza de un creyente tiene su mecanismo de defensa, es decir, al presentarse evidencia de la falsedad de alguna de sus creencias, este buscará la manera de mantener la vigencia de lo que cree, ya sea conciliando sus creencias con lo planteado (Fides et Ratio: no hay divorcio entre razón y fe) o negando lo propuesto ("esas son mentiras de la gente que quiere difamar a la Iglesia"). De una u otra manera, se reafirma su "verdad", ya que, para un creyente, la verdad está y siempre estará en Dios.

"La verdad está en Dios, esto no es discutible". Con un pensamiento así, ¿cómo podría uno discutir con un creyente?

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