Esta es una
historia real. Al menos así lo confirma Stephen Hawking y algunas otras fuentes
confiables. Se dice que un día, por el siglo XIII, al papa de turno se le
ocurrió decir que las leyes de la
naturaleza constituían una herejía. Así como lo oyen. Tal era la situación,
que lo llevaba a decir semejante atrocidad. De hecho, la ciencia siempre ha
dado nuevas luces que harían temblar las explicaciones míticas que nos ofrece
el catolicismo. Querían matar el conocimiento científico. A como de lugar. Al menos
esa facción de la Iglesia que se apega a un conjunto de creencias obsoletas y
toma la Biblia literalmente (hoy casi extintos, pero en ese tiempo los había a
montones). Más o menos en ese grupo se hallaba nuestro ex santo padre.
Juan XXI se
llamaba, aunque sus padres lo bautizaron como Pedro Juliao. El 14 de marzo de 1277, día como hoy, una noche en la que el Papa descansaba
en la comodidad de sus sábanas, calentito, protegido del frío de la noche en su
imponente palacio, fue cuando las leyes de la física, sacando cara por las demás
leyes naturales, decidieron darle una lección de ciencias. Las vigas habrían
cedido incapaces de soportar todo el peso del techo y este se desmoronó sobre
su santidad.
Así como lo pueden ver en el minuto 11:30, quedó hecho papilla.
Me pregunto si
habrá jurado contra estas leyes a las que calificó como “obra de Satanás para
alejar al hombre de Dios”.
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